Su corazón se había reducido a cenizas,
pero en esas cenizas aún quedaba una pequeña piedra incandescente...
El calor empezó a brotar de su corazón,
encendiendo todo su ser y el ser de su amante.
Y el fuego volvió a brillar de nuevo
dentro de su pecho.
Torrejón de Ardoz, Madrid (Noviembre 2010)
Sony α100, sigma 18-200
MayteVidal©fotografia